En esta sección de nuestra web vamos a intentar transmitirte como cliente toda la pasión, ganas y cariño que invertimos en nuestros cultivos de frutos rojos para que al degustarlos puedas apreciar aún más todos los matices de su delicioso aroma y sabor. Si con esto conseguimos hacerte llegar, aunque sea sólo un poquito, toda esa ilusión con la que trabajamos en este apasionante mundo de los frutos rojos habremos conseguido nuestro objetivo y podremos dormir tranquilos esta noche. En definitiva, así es como cultivamos los mejores frutos rojos.
Cuando te encuentres disfrutando del el irresistible sabor de nuestros frutos rojos ecológicos, nos parece importante que como cliente conozcas de primera mano todo el largo y arduo proceso de cultivo y recolección que llevamos a cabo para que, finalmente, recibas en tu mesa un producto de la mejor calidad. Además, seguro que alguna vez te has preguntado cómo se consigue producir unos frutos rojos de estas características, ¿verdad?.
A estas alturas supongo que ya sabréis que cada fruto rojo posee unas características muy distintas en todos sus aspectos (sabor, aroma, conservación) y por supuesto estas diferencias comienzan en el propio cultivo; evidentemente no todos los frutos rojos se cultivan de una determinada manera, cada cultivo posee sus peculiaridades, lo cual hace que cada uno requiera una especial atención por parte del agricultor.
Al ser nuestro fruto rojo predilecto, nuestro producto estrella, ya que poseemos a disposición de nuestros clientes casi 20 variedades distintas de arándanos azules (de las que hablamos en otra sección), nos parece apropiado comenzar hablando sobre el cultivo de este fruto rojo tan peculiar y, hasta hace unos años, no muy conocido. La primera decisión que debíamos tomar respecto al cultivo de arándanos era donde situarlos, ya que como hemos explicado en la sección “finca de frutos rojos” nuestra explotación de frutos rojos posee un terreno irregular, porque se encuentra en la loma de una montaña y para optimizar su aprovechamiento está dividida en diferentes bancales o terrazas. Por tanto, había que elegir el lugar exacto para el cultivo, porque nuestros bancales poseen diferentes orientaciones y esto hace que algunos de ellos registren temperaturas más frías, los más sombríos, o temperaturas algo más elevadas, los bancales con más horas de sol. Otra variable a tener en cuenta era el tipo de suelo, puesto que había bancales con el suelo más profundo y eso quiere decir que son más fáciles de regar frente a otros tipos de suelo cuya capa de sedimento es inferior. Esta es una de las grandes características de las tierras que conforman nuestra explotación agrícola, que en apenas unas decenas de metros las diferencias entre unos suelos y otros pueden ser enormes.
Tras haber elegido la localización de cada cultivo, en este caso de los arándanos, hay que preparar el terreno a las necesidades del tipo de cultivo. En nuestro caso al tratarse del cultivo de arándanos, concretamente los suelos deben ser ácidos y muy ricos en materia orgánica, porque los arándanos silvestres o en estado salvaje es una planta (arbusto) que crece originariamente en zonas húmedas con turba rica en carbono. Afortunadamente en nuestra zona los suelos son bastante ácidos con un PH de en torno a 4,5-5,5, por lo que el primer requerimiento para la adaptación del suelo al cultivo de arándanos ya lo cumplíamos, sin embargo en otras zonas con diferente tipo de suelo se ven obligados a incorporar azufre en el cultivo de arándanos ecológicos para conseguir estos valores. Por suerte nuestros cultivos de arándanos no lo necesitan (siendo nuestros cultivos mucho más naturales, sostenibles y ecológicos).
Para cumplir el segundo de los requisitos que requiere el terreno para el cultivo de arándanos: suelos ricos en materia orgánica; lo conseguimos con la madre de todos los abonos orgánicos: el estiércol, que como dice la sabiduría popular en boca de nuestros mayores: “no es un santo pero hace milagros”. Para abonar el cultivo de arándanos con estiércol, que es un trabajo la mar de entretenido, se necesita un transporte adecuado que nos permita trasladarlo desde el lugar donde lo producen nuestros animales hasta la zona de explotación de nuestros cultivos; después hay que “esporriarlo”; es decir, hay que extenderlo de forma más o menos uniforme por toda la tierra de cultivo y posteriormente labrarlo con el tractor; lo cual es de agradecer ya que hasta hace pocas décadas se hacía con mulos. Posteriormente hay que esperar y dejar que la magia de la naturaleza produzca su efecto; es decir, cumplir nuestro objetivo generando materia orgánica; la clave está en alimentar el suelo (con el estiércol) para que este a su vez alimente los cultivos de arándanos, pero conseguirlo lleva su tiempo, como todo en el ámbito de la naturaleza. Aquí las prisas no son buenas y además no sirven para mucho, por lo que la paciencia es una virtud que no tenemos más remedio que desarrollar.
Después de esto, hay que seguir dando labrando el terreno con el tractor durante varias jornadas hasta conseguir que el terreno tenga una textura adecuada, que en en nuestro caso debía ser una textura bastante ligera porque las plantas de arándanos posee unas raíces peculiares: son fibrosas y se expanden superficialmente, lo cual hace que sean muy dependientes de humedad requiriendo un tipo de riego bastante exigente (para mantener la tierra húmeda constantemente); además habitualmente las raíces de los arándanos mantienen una simbiosis constante con un tipo de hongos micorrizas para conseguir beneficio mutuo.
Puede parecer que tras todas las labores anteriormente realizadas ya lo teníamos todo hecho, sin embargo esto sólo era el comienzo, ahora tocaba preguntarse: ¿qué variedad de arándanos ponemos en la tierra?, en el mercado hay decenas de variedades comerciales de arándanos azules, con características muy distintas; entre esos rasgos distintivos podemos destacar: tamaño del fruto, época de maduración, dureza del fruto, color, SABOR, rendimiento, hábito vegetativo, necesidades de frío para florecer, etc. En definitiva, estábamos ante un verdadero quebradero de cabeza. Pero si has estado atento leyéndonos te habrás dado cuenta de que nuestra prioridad absoluta era conseguir en general unos frutos rojos ecológicos con un sabor excelente y una textura agradable, a día de hoy nuestras prioridades no han cambiado, esto es lo que buscamos principalmente con nuestros cultivos.
Tras estudiar detenidamente todas las posibles variaciones sentíamos que habíamos avanzado bastante. Después de elegir las variedades de los arándanos (como ya hemos dicho actualmente tenemos unas 20), tuvimos que esperar hasta final de otoño-principios de invierno para comenzar a preparar los surcos e iniciar el proceso de plantación de los arándanos. Para ello hay que tener en cuenta que las plantas de arándano vienen del vivero en pequeños tiestos de 1 litro de capacidad y no debíamos perder ni un sólo minuto en trasplantarlos a su sitio dentro, ya que son muy delicados y demorarse mucho en este paso podría suponer directamente la pérdida de la planta. Después de un arduo y largo trabajo comenzamos a ver el fruto de nuestro esfuerzos: unas preciosa líneas de arándanos, que, al igual que entonces, actualmente normalmente ponemos a un marco de plantación de 1 a 1,5 metros entre plantas y aproximadamente 3 metros entre líneas.
Aunque ya teníamos la mayor parte del trabajo hecho, todavía no podíamos darlo por terminado, puesto que hubiéramos tenido ciertos problemas relacionados con el riego y las temperaturas de conservación de las plantas, sobre todo en lo que respecta a las peculiares raíces superficiales del arándano azul. Por tanto, por un lado necesitábamos mucha agua para que las plantas pudiesen vivir y dar los ricos frutos rojos que tanto nos gustan; por otro lado, como ya vimos, los arándanos poseen unas raíces superficiales muy sensibles que debíamos proteger de las altas temperaturas y rigores del verano si no queríamos que las mismas acabasen por abrasar y arrasar nuestra flamante plantación. Era el momento de solucionarlo.
Para empezar había que proporcionar a los arándanos un sistema de riego adecuado que pudiera garantizarles volumen de humedad más o menos constante y unas cantidades moderadas y continuas de agua durante bastantes meses. Nuestra solución fue establecer un sistema de riego por goteo que cumplía con dichas premisas. Esto supuso la necesaria instalación de tuberías de riego, válvulas, empalmes, y toda una serie de piezas para conseguir que todo funcionase al milímetro. Ahora bien, y el agua para el riego de los arándanos ¿de dónde lo sacábamos?. Afortunadamente vivimos en la comarca de la Vera (norte de Extremadura), que es una de las zonas con mayor volumen de precipitaciones de la península ibérica y todas esas lluvias llenan nuestras numerosas y caudalosas gargantas, arroyos y charcones (pequeños embalses de tierra tradicionales para guardar agua y regar), así que si el año no viene muy seco, en la zona solemos disponer de abundante agua para mantener los cultivos. Sin embargo, actualmente nos encontramos en un momento en el que estos últimos años han sido anormalmente secos y las reservas naturales de agua para nuestros arándanos han bajado mucho, admitimos que nos hemos visto bastante apurados para poder regar al final de la temporada.
Ahora que ya casi habíamos acabado había que cumplir la segunda premisa para conseguir que las raíces de nuestros arándanos estén perfectamente protegidas de la radiación solar, las altas temperaturas del verano y la consiguiente evaporación del agua necesaria para su desarrollo. En este caso optamos por un mulch o acolchado: capa de material aplicada sobre la superficie del suelo, principalmente para modificar los efectos del clima local, conservando la humedad, mejorando la fertilidad y la salud del suelo y reduciendo el crecimiento de malezas. Nosotros elegimos el mulch geotextil por su facilidad de aplicación, propiedades y duración.
Después de todos los laboriosos pasos anteriores ya teníamos nuestra plantación establecida y sólo nos quedaba esperar a que nuestro trabajo diera sus frutos, en este caso: arándanos azules, pero para nuestra sorpresa había que esperar, dependiendo de la especie, entre 3 y 7 años para que cada planta pudiese considerarse adulta. Evidentemente no se trata de esperar sentado durante dicho tiempo a que de cada planta emanen numerosos y ricos arándanos azules, cada una necesita un trabajo mantenimiento: poda anual y por supuesto protección frente a plagas y todo tipo de enemigos que también están deseando probar nuestros arándanos, así como sus hojas, raíces y hasta sus flores.
Pasados tres años de intenso trabajo y cuidado de nuestra querida plantación de arándanos ya teníamos los cultivos preparados para nuestro primer año de recolección, las plantas ya eran adultas y daban suficientes arándanos como para poder darlos a probar a nuestro querido público. Había llegado, por tanto, el momento más esperado: la recolección de los arándanos; es una actividad que requiere bastante concentración y atención pero que produce un estado de relajación y bienestar muy placentero, aunque difícil de describir, aunque podrías sentirlo si algún día te animas a participar en la recolección de nuestro arándanos. Además, lo bueno de la recolección es se puede ir probando de vez en cuando algún arándano mientras disfrutamos de una actividad al aire libre y en contacto con la naturaleza. En las primeras campañas nos dimos cuenta que luchar contra el reloj en esta actividad no surte mucho efecto, puesto que por mucho que queramos correr, no se recolecta mucho a lo largo de una jornada. ¿Cuál es el problema?, pues que no maduran todos los arándanos a la vez y hay que ir buscando los que se encuentran en su estado óptimo de maduración (lo cual también es un arte) y recogiéndolos de uno en uno con cariño y delicadeza para que no resulten dañados.
Por último, una vez recolectados durante cada jornada sólo nos quedaba clasificar y revisar los arándanos para posteriormente envasarlos en los diferentes formatos que poseemos a la venta (puedes verlos en la tienda) y finalmente preparar los pedidos y envíos para aquellos afortunados que querían probar nuestros deliciosos arándanos, muchos de los cuales nos felicitaban por su extraordinario sabor lo cual es nuestro mayor premio (incluso más que una estrella michelín).
Ya sabíamos, o mejor dicho, intuíamos lo que teníamos entre manos, pero necesitábamos la confirmación del gran público para acabar de convencernos y finalmente pudimos decir que el estreno fue un gran éxito. Así, año tras año (y ya de generación en generación) a día de hoy sabemos que estamos proporcionando un producto de excelente calidad, mejor sabor, ecológico, cultivado y recolectado con cariño y dedicación, con una cantidad de virtudes y propiedades saludables demostradas científicamente que te alegrarán el alma y el cuerpo y por si no fuera suficiente todo lo anterior, además no te romperán el bolsillo ya que tenemos precios muy competitivos para que todo el mundo pueda permitirse un poquito de felicidad.
Otro de los frutos rojos que cultivamos en la finca es la grosella. Se trata en este caso de un arbusto de hoja caduca, que no suele ser muy alto: no llega a los 2 metros de altura; la grosella posee numerosas ramas de las que cuelgan los preciosos frutos rojos que dan nombre a la propia planta. La floración de las grosellas ocurre al principio de primavera, pero a diferencia de otros arbustos y árboles frutales, las flores de las grosellas son pequeñas y poco vistosas. En la finca “Los Rondillos”, lugar donde poseemos nuestros cultivos de frutos rojos, disponemos de 2 variedades de grosellas. Por un lado tenemos una variedad de grosella temprana que se llama “Junifer”, esta variedad es algo más dulce que la otra (dentro de lo que cabe). Por otro lado, tenemos una variedad más tardía que se llama “Rovada” y tiene los racimos de grosellas muy grandes y bellos, son realmente majestuosos, además poseen un delicioso sabor acidulado.
La introducción a modo de presentación de la grosella del párrafo anterior está pensada para que quien no conozca o sepa nada a cerca de este fruto rojo pueda conocer al menos lo más básico a cerca de la grosella. En cuanto a su cultivo, al igual que el de nuestros arándanos azules, es también muy entretenido. En nuestro caso todo empezó, como es habitual, preparando la tierra donde las plantas de las grosellas posteriormente debían plantarse y desarrollarse; consecuentemente tuvimos que instalar un sistema de riego adecuado al tipo de cultivo, siempre teniendo en cuenta que debíamos elegir las variedades de grosella que más se adaptasen a la climatología de nuestra zona. En este caso lo cultivamos en un marco de 2×1, es decir, líneas separadas entre sí 2 metros y dentro de las líneas 1 metro entre planta y planta. Posteriormente, al igual que nos ocurrió con los arándanos azules, tuvimos que esperar unos años hasta que las plantas nos diesen producción suficiente como para poder comercializar las grosellas; en concreto tuvimos que esperar 3 largos años durante los cuales dábamos a nuestras plantas de grosellas los cuidados necesarios: A) poda al final de cada invierno para que el arbusto diese grosellas de calidad y tuviese una forma con la que nos hiciese más fácil la recolección del fruto y, además, el sol pudiese llegar bien a todas sus ramas permitiendo la maduración por igual de toda su producción. B) Dar la adecuada protección natural frente a plagas, enfermedades y todo tipo de insectos y todo ellos sin la ayuda de herbicidas, insecticidas etc. (que hubiese sido lo cómodo y lo fácil). Por ello nuestras grosellas poseen el certificado de producto ecológico.
También teníamos que segar la hierba que crecía alrededor de nuestra plantación, para que no hubiese mucha competencia. Además debíamos suministrar los nutrientes naturales necesarios a nuestras plantas de grosellas para conseguir que creciesen fuertes y saludables y nos diesen el mejor regalo de todos: su maravillosa fruta.
Las grosellas que cultivamos en frutos rojos Los Conventos tienen un sabor delicado, pero, en general el sabor de la grosella es a la vez bastante ácido por lo que muchas personas prefieren consumir este fruto rojo en forma de mermelada, salsas variadas, batidos o zumos a los que añaden algún edulcorante como azúcar, stevia, o incluso miel. Además otro uso muy habitual es verlas en todo tipo de postres a modo de topping (por encima) o esparcidas por el plato en el que se sirve, pero también se pueden combinar perfectamente con yougurt o kéfir e incluir en todo tipo de macedonias; en cuanto a su presencia en platos salados la grosella está perfectamente admitida en ensaladas de todo tipo, ya que como comentábamos su sabor no es especialmente dulce, sino más bien ácido. Además a día de hoy la grosella es también un clásico en todo tipo de bebidas y cócteles (tanto con alcohol como sin él); por ejemplo es muy habitual verlas junto a otros frutos rojos servidos en copas de gin-tonic.
Aunque sea un dato algo desconocido y bastante curioso, el cultivo generalizado de las frambuesas en el norte de Extremadura tuvo su origen en los años 80 y 90. En aquella época se produjo una gran demanda de frambuesas en varios países europeos, sobre todo Gran Bretaña y Alemania, demanda provocada debido a la escasez de abastecimiento por parte de los proveedores originales de este rico fruto del bosque: las antiguas repúblicas de Yugoslavia; estaban en guerra y no podían surtir al continente europeo de las ricas frambuesas que cultivaban. En nuestro país, en realidad, las frambuesas eran un fruto del bosque bastante desconocido y a penas se consumían, al contrario de lo que ocurría con otros, como por ejemplo: la fresa. Esta horrible situación generó una gran oportunidad en otro lugar de Europa, siempre asociada a la gran necesidad de abastecimiento de frambuesas en el resto de Europa y así fue como cerca de nuestra área de cultivo (el norte de Extremadura) se crearon varias cooperativas y almacenes que funcionaban a gran rendimiento y recogían cientos de miles de kilos de frambuesas; por aquel entonces era rara la explotación que no dedicaba alguna parcela al cultivo de este fruto rojo de delicioso sabor.
El frambueso que es la planta de la frambuesa, se trata de un arbusto perenne que alcanza una altura de 1,50 a 2 metros y es originario de los bosques europeos y asiáticos y su cultivo comercial en Europa se remonta al siglo XV por lo que esta deliciosa fruta se viene consumiendo y utilizándose en numerosas recetas desde hace varios siglos; aunque no es mucho tiempo en comparación con el cultivo y consumo de otro tipo de fruta por lo que podríamos considerarla relativamente novedosa y mucho más en España donde como hemos comentado en el párrafo anterior su consumo generalizado a penas lleva unas décadas.
Las numerosas variedades de frambuesas que hay se dividen en dos grandes grupos, las remontantes y las no remontantes.
Para conseguir cultivar nuestras deliciosas frambuesas primero tuvimos que buscar un terreno que fuese bastante profundo, rico en materia orgánica y que se pudiese regar ya que, como todos los frutos del bosque, los frambuesos necesitan bastante agua para producir la fruta que tanto nos gusta. Las frambuesas se cultivan en surcos, separados entre sí de 1,5 a 2 metros y una distancia entre plantas de unos 30 a 50 cm. A diferencia de otros cultivos de frutos rojos nosotros solemos plantar los frambuesos nuevamente cada año a finales de otoño; para ello utilizamos plantas nuevas que o bien proceden de nuestro propio cultivo o bien son compradas en viveros; aunque normalmente es la primera opción, siempre solemos optar por el auto-abastecimiento, la segunda opción la usamos más bien si necesitamos alguna variedad especial de frambuesa. Además es importante tener en cuenta que la frambuesa necesita entutorado para su cultivo, ya que las ramas son bastante débiles, por lo que se doblan y caen al suelo, así que tenemos que poner palos o hierros y cuerdas a distintas alturas para que se mantengan firmes y podamos recolectar las frambuesas sin que estén en la tierra.
Hay varios sistemas de poda en el cultivo de la frambuesa, dependiendo del tipo de fruta y la fecha en la que queramos recolectar. Normalmente en los frambuesos se dejan algunos tallos nuevos y buenos del año anterior, se despuntan en invierno a una altura de 1,50 o 1,70, se atan bien a las cuerdas y con esto conseguimos que florezcan pronto en primavera y comencemos la recolección de las frambuesas normalmente a partir del mes de mayo. En nuestra explotación hemos tenido invernaderos dedicados a esta forma de cultivo de frambuesas con lo que obteníamos dos cosechas al año, una muy temprana, se poda en el verano cuando se acaba la cosecha y mientras tanto están creciendo nuevos brotes que darán otra tanda a comienzos del otoño hasta que hiela o las horas de luz bajan tanto que ya apenas producen. Como es de suponer, esta forma de cultivo de frambuesas es muy trabajosa, requiere una gran inversión, muchísima mano de obra y suerte con los vientos y las plagas. En frutos rojos Los Conventos hemos tenido invernaderos desde los años 90, pero en la actualidad solo cultivamos frambuesas sin protección.
La otra forma de podar los frambuesos es a ras de suelo, también en invierno, con lo que conseguimos que salgan todos los brotes nuevos en la temporada siguiente, pero se comienza su recolección a partir de principios de verano, suele ser la forma tradicional de cultivo de frambuesas.
Tras la poda viene la parte más interesante del cultivo de frambuesas, que es la recolección y es la que necesita más mano de obra, la razón es que hay que coger la fruta prácticamente a diario, ya que florecen constantemente durante un largo periodo de tiempo y son tan delicadas que se sobre-maduran de un día para otro pudiendo perder su valor comercial, ya que se quedan muy blandas sirviendo solo para hacer mermeladas o congelar; lo cual nos deja abiertas dos vías de escape, en la finca “Los Rondillos” no se tira ni se desperdicia nada.
Para el consumo de la frambuesa se recomienda no lavarlas, ya que son tan delicadas que se reblandecen y pierden bastante sabor. Los usos gastronómicos de las frambuesas son tantos como puedas imaginar: se pueden consumir tal cual, con yogur o kéfir, en batidos, en zumos (bien con otros frutos rojos o solas), en ensaladas de todo tipo, como ingrediente en salsas dulces o saladas, con queso, con chocolate… y de mil maneras más, como ya decíamos el único límite respecto a los usos de la frambuesa es tu imaginación. Gracias a su sabor agridulce, las frambuesas encajan perfectamente en cualquier plato dulce o salado.
Además hay que tener en cuenta que, como todos los frutos rojos, la frambuesa se puede congelar perfectamente, esto nos permitirá poder disfrutarlas durante todo el año, así cualquier época del año es buena para descongelar y consumir unas buenas frambuesas. Para su descongelación es muy conveniente que se haga al natural (es decir, sin aparatos eléctricos) y dentro de la nevera para que la fruta no se deforme y malogre durante el proceso.
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