La finca de frutos rojos







La historia detrás de la explotación de frutos rojos.

“Si no esperas lo inesperado no lo reconocerás cuando llegue” Heráclito de Éfeso.

            La historia de nuestra explotación agrícola (finca los Rondillos), situada en la loma de la sierra de Gredos en la Comarca de la Vera, está llena de casualidades y circunstancias aparentemente sin sentido, que, sin embargo, han dado como resultado un cuidado y hermoso campo de cultivo ecológico donde producimos con mucho cariño y esfuerzo los mejores frutos rojos que puedas desear (sólo cuando los pruebes podrás saber de qué estamos hablando). Para ello, una de las claves es: que pensamos en ti desde que ponemos las semillas hasta que recolectamos los frutos rojos una vez se encuentran en su punto óptimo de maduración con el fin de que lleguen a tu mesa directamente desde nuestros cultivos con la máxima calidad y frescura. Mimamos y tratamos con delicadeza y dulzura a todas y cada una de nuestras plantas para que cuando el producto llegue a tu mesa, con esa calidad y frescura de la que hacemos gala, puedas sentir en tu paladar el cariño con el que producimos nuestros frutos rojos

            Como ya hemos comentado la explotación de frutos rojos «Los Rondillos», donde nos encontramos, esta situada a los pies de la Sierra de Gredos, en la comarca cacereña de la Vera, un lugar mágico de encanto singular. Entre otras cuestiones, esta comarca es famosa, por su pimentón de la Vera, sus gargantas, su clima especial, sus fiestas tradicionales, por ser el retiro del emperador Carlos V, por sus quesos y, por supuesto, por los excelentes frutos rojos de la mejor calidad y sabor que puedas imaginar (que casualmente son los que producimos en nuestra finca).

            Por esta zona del norte de Extremadura las fincas están formadas por parcelas de pequeñas dimensiones y al estar situadas en la loma de las montañas que conforman la sierra de Gredos a menudo están formadas por muchos bancales (que aquí llamamos patines), de hecho, es bastante habitual por esta zona la práctica del cultivo en terrazas. El desnivel hace que este tipo de cultivos sean más difíciles de trabajar de lo habitual, en comparación por ejemplo con los latifundios de enormes dimensiones del campo andaluz. Estos pequeños terrenos formados por bancales requieren mucho esfuerzo y dedicación, además de lo ya mencionado porque el clima de la zona es bastante extremo: frío y lluvioso en otoño, invierno y primavera, y cálido en verano, el clima de la zona (como veremos en el siguiente apartado), influye mucho sobre los cultivos del lugar y consigue que todo tipo de vegetación brote con fuerza, dotando al campo del norte de Extremadura de ese verdor típico de la zona que tanto nos gusta.

Pues bien, explicado el párrafo anterior y teniéndolo en cuenta como contexto, la finca donde explotamos y cultivamos nuestros frutos rojos es, en realidad, la unión de diferentes parcelas de pequeñas dimensiones situadas en diferentes terrazas o bancales. En concreto debemos situar los orígenes de la explotación en los años 80, cuando se produjo un fenómeno migratorio de jóvenes urbanitas cansados de la contaminación, el humo, las prisas y el bullicio de la gran ciudad; dichos jóvenes buscaban la tranquilidad y autenticidad del campo y solían venir pertrechados con sus libros de toda índole y siempre con una nula experiencia agraria (para diversión y «mofa» de la población autóctona). Entre estos intrépidos jóvenes de la capital de España, se encontraba mi padre: José Luis; con el tiempo gran agricultor de frutos rojos y mejor persona. Pues bien, José Luis adquirió unas pocas y pequeñas fincas en el término municipal de Aldeanueva de la Vera y comenzó a sembrarlas y cultivarlas con cerezas y frambuesas, y otras decenas de cultivos con mayor o menor fortuna. Por otro lado, mi madre (Eugenia; «Uge» para familiares y allegados) que nació y se crió en el pueblo de Aldeanueva de la Vera había recibido una formación profesional universitaria que nada tenía que ver con la agricultura, pero como podemos prever, dados los resultados (spoiler), la vida da muchas vueltas. Casualmente su familia era propietaria de las fincas colindantes a las que recientemente había adquirido mi estimado padre. Por tanto, mi padre y mi madre eran vecinos y, en resumidas cuentas, como el roce hace el cariño, con el tiempo comenzaron una relación que se fue afianzando y, tras casarse, acabaron formando una familia, uniendo sus fincas y dedicándose profesionalmente a esto de la agricultura de frutos rojos y como todo lo bueno y algo de lo malo esos conocimientos fueron transmitidos a su vástago (quien escribe este texto) dando paso a una nueva generación de agricultores de frutos rojos.

            Desde el principio nos hemos interesado por el cultivo ecológico y la búsqueda de productos que se adaptaran a las condiciones concretas de nuestra zona (de las que hablo más abajo), por supuesto, era esencial que se tratase de frutos del bosque saludables y lo más importante: con un sabor deliciosamente irresistible. En la familia de mi madre y en la zona en general ya había una gran experiencia en el cultivo de cerezas (nuestra zona pertenece a las tierras de cultivo de la D.O. Valle del Jerte  con lo que hay una gran tradición cerecera) y también en el cultivo de frambuesas, con lo que realmente había ya un poso de sabiduría sobre la materia y el siguiente paso vino rodado: la expansión natural hacia nuevos cultivos de frutos rojos; quisimos probar suerte con el cultivo de arándanos, más adelante nos dio por las grosellas y, como no, también las moras. Hay que tener en cuenta que son cultivos difíciles y exigentes; requieren mucho tiempo y dedicación por lo que los comienzos fueron muy «entretenidos», pero gracias a los conocimientos adquiridos por los los libros y los experimentos que hacíamos y, posteriormente, gracias también a Internet, fuimos consiguiendo todo aquello que nos proponíamos, que se puede resumir así: frutos rojos deliciosos, de calidad, ecológicos y saludables. 

            Actualmente, el devenir de los tiempos ha querido que gracias a nuestro tesón e incansable esfuerzo dispongamos de casi 20 variedades de arándanos, 2 de grosellas, 3 de moras y diferentes variedades de cerezas, castañas, higos, ciruelas claudias y otros cultivos en proceso de experimentación: Haskap, Uva espina, Fresas, Higos  secos, etc. En general es fruta con diferente temporada de maduración lo cual significa que podemos ofrecer durante bastantes meses a lo largo del año. A pesar de todo lo andando hasta la fecha, actualmente seguimos probando e investigando nuevos cultivos para poder alargar aún más las campañas y poder ofrecer a nuestros clientes los mejores frutos rojos ecológicos saludables y siempre deliciosos. 

Apostamos por los frutos rojos ecológicos desde el principio

Desde el principio nos interesamos por la agricultura ecológica buscando conseguir como resultado unos frutos rojos que fuesen lo más natural posible, siempre obviamente dentro de las posibilidades de los tiempos actuales. No fue tarea fácil, no podemos negar que en un principio fue bastante complicado, ya que hoy en día lo más cómodo y fácil es cultivar los frutos rojos con todo tipo de pesticidas, herbicidas y multitud de productos químicos de bajo coste que facilitan mucho el trabajo a la hora de producir cualquier tipo de cultivo; pero nosotros teníamos claro que no queríamos que esto sucediese a costa de la salud de nuestros clientes y la sostenibilidad del planeta, por ello buscamos la forma de conseguir este tipo de  resultados aunque con ello estuviesemos de alguna manera «complicándonos la vida». Así poco a poco fuimos haciéndonos con el cultivo de estos frutos rojos que, además de ser un alimento 100% natural, poseen un sabor delicioso.  No podemos estar más orgullosos de nuestros productos, está claro que mereció la pena todo aquel esfuerzo inicial.

Años más tarde la legislación agrícola y sanitaria fue evolucionando hacia el consumo de alimentos más naturales y menos procesados, aunque todavía hoy queda un largo recorrido en este sentido. Pues bien resulta que para luchar contra el fraude (se estaban vendiendo como ecológicos multitud de productos ultraprocesados con todo tipo de químicos), la legislación europea estableció que no se podía comercializar como productos ecológicos aquellos que no hubiesen obtenido previamente el certificado de producto ecológico correspondiente, por tanto aunque ya llevábamos años cultivando nuestros productos así, en ese momento tuvimos que solicitar la correspondiente acreditación porque resulta que, ironías de la vida, no podíamos comercializar nuestros frutos rojos ecológicos como productos ecológicos. Finalmente tras unos dos años de largos procedimientos burocráticos la Junta de Extremadura nos concedió el sello que acredita nuestros frutos rojos como producto ecológico. Aunque pueda parecer mucho tiempo es los que dura el procedimiento ordinario, además con nosotros lo tuvieron muy fácil, puesto que nosotros ya veníamos con los deberes hechos. 

Actualmente podemos no sólo estar orgullosos de ofrecer unos frutos rojos completamente naturales, saludables y sostenibles, sino también de poder acreditarlo gracias al certificado de producto ecológico. Como consumidor es importante que los productos que estamos consumiendo como ecológicos realmente lo sean ya que es una cuestión que afecta a nuestra salud y al medio ambiente. Aunque parezca que no, a día de hoy todavía hay que estar alerta porque todavía hay mucho fraude. Nosotros mismos hemos descubierto algún que otro caso entre nuestros propios competidores.  

El clima de la Vera en nuestros frutos rojos.

La comarca de la Vera done nos situamos (en el norte de Extremadura) posee un microclima de marcada influencia atlántica ideal para para que crezca cualquier tipo de cultivo, ya que causa abundantes precipitaciones entre los meses de otoño e invierno (y también, aunque no tanto, en primavera); en esta zona las tierras de cultivo están «arropadas» con la loma de las montañas de la sierra de Gredos que hace de capa protectora ante determinados fenómenos meteorológicos que pueden ser muy desfavorables para la agricultura, es por ello que las temperaturas máximas y mínimas de esta zona son más suaves de lo que debería teniendo en cuenta la altura a la que se encuentran. La sierra de Gredos protege a los habitantes de la Vera en invierno de los gélidos vientos del norte, mientras que en verano los protege del fuerte calor que asola otras superficies cercanas más planas y bajas (como la zona de Plasencia o de Navalmoral de la Mata), además la sierra también brinda a los habitantes de la Vera una brisa veraniega (brisas de montaña y brisas de valle) y un frescor nocturno que contrasta con el clima del sur de la región. Con el deshielo de las cimas de las montañas numerosas corrientes de agua llamadas en la zona «gargantas» bajan desde la sierra recorriendo toda la orografía del lugar para bien de sus habitantes (y sus numerosos turistas) quienes pueden refrescarse sin problema. 

Pues bien, ¿Qué significa esto para nuestros frutos rojos?, pues, en resumen, significa que no podíamos estar en un lugar mejor para el cultivo de los mismos: protección natural ante fenómenos meteorológicos desfavorables, temperaturas más suaves que en otras zonas cercanas y abundante agua para regar… todo ello en un paraje de ensueño… ¿Qué más se puede pedir?

¿Quieres saber más a cerca de nuestros cultivos de frutos rojos? Accede a esta sección:

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